viernes, 22 de marzo de 2013

MORGELLONS TOWN

Se podría decir que existen las personas que creen en las casualidades y las que creen en las causalidades. No sabría en cual de ellas estaría yo, pero lo que sí sé es que Morgellons Town nace fruto de la casualidad.
                Porque casualidad es sintonizar un programa radiofónico nocturno en una noche de insomnio que comente noticias acerca del síndrome de morgellons. Casualidad disfrazada de inspiración es que al hilo de dichas informaciones y con muchas horas de noche por delante se diseñe una historia con el trasfondo de dicha enfermedad. Y casualidad es que pocos días después en una revista me encuentre una información acerca del mismo síndrome que me ayuda a completar la historia diseñada algunas noches antes.
                De tal manera que la casualidad tiene que impregnar la historia de Morgellons Town. La casualidad o causalidad, eso que lo decida cada lector.
                La historia se desarrolla casi por completo en una pequeña localidad de Nuevo Méjico. Esto es así básicamente porque la historia lo requiere y porque la sempiterna presencia en la zona de Rooswell puede añadir argumentos a la historia. O no. Nunca se sabe. De paso me servía para recrear escenarios habituales de las películas de terror de serie B de los años ochenta.
                Reconozco sin pudor que el padre e hijo protagonistas de la historia están inspirados en los personajes de LA CARRETERA, posiblemente la novela que más me ha marcado en los últimos años. Del resto destacaría al ex agente de la CIA, de quien creo que da para una novela propia. Quién sabe.
                Sobre el final que obviamente no voy a desvelar, sólo diré que me encanta escribir finales felices, lo siento, aunque como lector los odio, a la hora de escribir me encariño en exceso con los personajes y me cuesta hacerles sufrir más de lo necesario, aunque soy consciente de que en algún momento tendré que cambiar la dinámica. No sé si esta ocasión es la buena o no. Tendrán que leerla para descubrirlo. Sólo diré que el culpable de este desenlace es mi perro. Ya que llegado el momento de resolver la historia decidí salir a pasear con él una fría noche de invierno, y por circunstancias de la vida dicho paseo, me hizo visualizar el final contrario al que tenía diseñado, me encandiló de tal manera ésta nueva opción que es el que aparece finalmente escrito.
                Por último he de reconocer que esta novela es la que menos me ha costado escribir hasta ahora, si Stephen King dice que las historias están escondidas y los escritores únicamente las encontramos, puedo aseverar que ésta salió de su escondite por si sola.
                Ojalá los lectores disfruten con ella tanto como lo hice yo escribiéndola.Comprar